sábado, marzo 28, 2009

Leon Trotsky y su exilio en México


De los 24 miembros que conformaban el Comité Central del Partido Bolchevique soviético en 1917, sólo dos quedaban con vida en 1940: Stalin y Trotsky. Lenin había muerto en 1924, y su puesto vacante, la dirección del Partido, fue conquistado por Stalin y su séquito. Algunos otros miembros murieron en el camino, y la gran mayoría fue desaparecida o fusilada por las purgas estalinistas.
La vida de Trotsky supera cualquier ficción, su vida y la de su familia fue hostigada por las fuerzas de Stalin al punto de que el único familiar cercano que sobrevivió al mismo Trotsky fue su última mujer, Natalia Sedova, quién murió en 1961 y ahora sus cenizas descansan junto a las de Trotsky en el jardín de su casa, ahora museo, en el barrio de Coyoacán.
En un recorrido veloz por la vida de este teórico y político revolucionario ucraniano, podemos recordar que fue uno de los protagonistas de la Revolución Bolchevique de 1917, que negoció la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial, que creó el Ejercito Rojo venciendo a las fuerzas contrarrevolucionarias y que sufrió numerosos exilios.
La primera vez, por su militancia antizarista, fue desterrado a Siberia por el Régimen. En 1905, al organizar el primer soviet de San Petersburgo y convertirse en un dirigente principal, fracasa la Revolución y el zarismo lo envía nuevamente a Siberia. Cuando Stalin toma el poder en 1924, la facción estalinista comienza a acusar a Trotsky de hacer movidas contrarrevolucionarias y de violar la disciplina del Partido. Primero fue deportado a Kazajistán y en 1929 fue expulsado de la Unión Soviética.
A partir de su expulsión, la dirección de Stalin comienza a cuestionar la figura de Trotsky haciéndolo aparecer como un traidor a la Revolución, e incluso llegan a borrarlo de fotos históricas donde sale junto a Lenin en un discurso y en algunas otras tomas famosas. En el exilio Trotsky empieza su propaganda antiestalinista, sin ahorrarse críticas contra su antiguo compañero de Comité.
Con Trotsky en Noruega y los procesos de Moscú pisándole los talones (ya habían sido fusilados Zinoviev y Kamenev) el pintor Diego Rivera (militante trotskista en esa época) y el fundador del Partido Comunista Mexicano, Octavio Fernandez Vilchis, gestionaron ante el presidente Lázaro Cárdenas el asilo del revolucionario soviético. La deportación de Trotsky a Moscú ya casi era un hecho, y no había gobierno en el mundo que quisiera recibirlo.
El 10 de diciembre de 1936, con el estallido de la Guerra Civil Española, Trotsky y su mujer Natalia se embarcaron en un buque noruego rumbo a México, donde arribaron la mañana del 9 de enero de 1937. Allí lo esperaba una comisión de la que formaba parte Frida Kahlo, esposa de Diego Rivera. Trotsky y su mujer llegaron a la Ciudad de México en tren. La GPU, la policía secreta de Stalin, estaba siguiéndole los pasos.
Para esa época ya habían sido asesinados varios de los hijos de Trotsky, y durante su estancia en México en Rusia asesinarían a los que quedaban vivos.
Una vez en México, Frida Kahlo y Diego Rivera le ofrecieron a Trotsky y a su esposa la Casa Azul en el barrio de Coyoacán, hoy llamado Museo de Frida Kahlo (luego vivirían allí la pareja de pintores). Vivieron en esa casa durante más de dos años, hasta la ruptura de relaciones entre el líder Revolucionario y la familia Rivera por cuestiones ideológicas.
Trotsky y su mujer se mudaron a tres cuadras de la casa Azul, rentaron una casa en las orillas del río Churubusco, en las esquinas de las calles Morelos y Viena. Llegaron a esa casa el 5 de mayo de 1939. Allí mandaron a construir torres de vigilancia y una casa para los guardias en el mismo jardín.
En esta casa de la calle Viena es donde Trotsky sufriría dos atentados, uno de los cuales le provocó la muerte. El revolucionario siempre hablaba de la importancia del trabajo manual, de que el hombre debía trabajar con sus manos además de pensar. En la casa de la calle Viena se dedicó a criar gallinas y conejos, y a plantar cactus que recogía en las montañas del valle de México. Le dedicaba horas al cuidado de los animales, y en ocasiones en plena tarea le surgían ideas y teorías que plasmaría en los papeles de su estudio.
El primer atentando fue en mayo del año 1940. Durante una madrugada un grupo de veinte hombres comandados por el pintor David Alfaro Siqueiros (famoso muralista mexicano y militante estanilista) logró entrar en la casa con la ayuda de un doble agente, un guardaespaldas norteamericano de Trotsky, Robert Sheldon Harte. El grupo disparó alrededor de 200 tiros pero no pudieron matar al revolucionario. Todavía se pueden ver los tiros en las paredes de la recámara del matrimonio, que se refugió en una esquina del cuarto, detrás de la cama, salvando sus vidas. El grupo armado además arrojó bombas incendiarias para quemar los papeles de Trotsky, quién estaba escribiendo un libro sobre la verdadera historia de Stalin (en ese entonces desconocida en la mayoría del planeta). Habiendo entrado en esa recámara del museo, y calculando desde donde dispararon los hombres, es difícil pensar como se salvó el matrimonio. El único que resultó herido fue Sieva, el nieto de Trotsky, que en ese tiempo vivía con él. Una bala le rozó el pie.
El propio Siqueiros disparó contra Trotsky, y luego de la ráfaga de balas los guardias repelieron el ataque y los intrusos huyeron, incluido el guardaespaldas traidor.
Luego del ataque Trotsky mandó a tapar varias de las ventanas que daban a la calle, incluso las del comedor que hoy en día siguen como quedaron en aquella época.
Unos meses después, el 20 de agosto de 1940, Trotsky sufrió el segundo y mortal atentado en esa misma casa.
El español Ramón Mercader, cuyo seudónimo era Jaques Mornard, y quién había logrado confianza en el círculo íntimo del revolucionario, entro a la vivienda con una excusa (mostrarle un escrito suyo a Trotsky) y una vez en el estudio le pegó en la cabeza al revolucionario con un piolet (una especie de martillo parecido al que se usa en escaladas). Trotsky, confiado, leía el escrito que Ramón Mercader le había llevado cuando este le pegó en la cabeza. El grito de Trotsky se escuchó en toda la casa.
Trotsky murió al día siguiente tras 19 horas de agonía en un hospital de la Ciudad de México. Cerca de doscientas cincuenta mil personas acompañaron al féretro en su peregrinación por las calles.
Ramón Mercader cumplió veinte años de prisión y Stalin lo condecoró como “Héroe de la Unión Soviética”.
Es de distinguir en esta historia los papeles de los artistas. Esté uno de acuerdo o no con las ideologías, Diego Rivera y David Siqueiros fueron hombres claves en el desarrollo de la historia. Rivera moviendo tierra y cielo para traer al líder revolucionario a México, Siqueiros empuñando un arma en nombre del estalinismo, comandando un grupo de veinte hombres. El arte y la toma de partido iban de la mano, inseparables.

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